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El Papa que me robó la fe

Solía ser un niño sumamente cercano a la Iglesia* hasta que un Papa me quitó la fe.

Nací y crecí en una familia católica, apegada a la Iglesia, pero no de forma radical, practicante eso sí, que asistía a misa todos los domingos y días de guardar, que procuraban ayudar al prójimo siempre que les era posible (y lo siguen haciendo y yo practico sin necesidad de credo alguno), asistí a escuelas católicas durante mi formación de pre-grado, iba a misiones en la Huasteca Hidalguense, acudía a peregrinaciones y participaba en cuanto evento juvenil relacionado a la Iglesia era invitado. En lo que no podía coincidir, eso gracias a que mis padres me enseñaron a respetar, era en el radicalismo, en mirar raro y hasta juzgar a quien no pensara como yo, se viera como yo o hiciera lo que yo, una práctica muy común entre algunos jóvenes y sus padres cercanos a los círculos en los que me desenvolvía, ya te lo platicaré más adelante.

Era tan cercano a la Iglesia que en la visita de Juan Pablo II en 1999 a México trabajé en la mismísima Nunciatura, siempre orgulloso de estar sirviendo al Papa, aunque casi reprobara un año de la carrera por ese Papa que años más tarde me robaría mi fe.

Tardé mucho tiempo en escribir esta carta aunque ya en muchas otras se manifiesta el hecho de que ya no tengo fe, pero ahora que está de moda hablar del Papa por el reciente viaje de Francisco a México, la película Primera Plana (Spotlight) en los cines y las cartas de Juan Pablo II con sus amigas filósofa y psicóloga, me he animado un poco a hacerlo. ¿Pero qué me llevó a perderla? ¿Cómo me sentí y cómo me siento ahora? ¿Qué opino de quienes aún la tienen (entre ellos mi familia)? ¿Me incendio cuando entro una iglesia? ¿Soy malo e hijo de Satán? ¿Peco? ¿Me voy a condenar? ¿Estoy en contra de todo lo que huela a católico, judío, musulmán o que profese un credo?

El proceso

Como ya lo mencionaba antes, formo parte de una familia católica, durante años es lo único que vi. No se me negaba conocer gente de otros credos o su existencia, pero en una sociedad que en aquel entonces era 95 % católica mis opciones no eran muchas. De niño piensas que todo lo que te rodea es “normal”, poco a poco, si te lo ha permitido tu familia (agradezco a la mía y a dios si es que existe que me lo permitiera) y tienes los ojos bien abiertos te das cuenta que hay un mundo allá afuera totalmente distinto al que conoces. Que si hubieras nacido en la India lo normal era pensar que una vaca es sagrada y no te la puedes comer, y que es una aberración lo que en México hagamos una carne asada los domingos. De haber nacido en un mundo paralelo en Siria, con una familia exactamente como la mía, es probable que hubiese sido musulmán, asistiría a la mezquita cada que se tenga que asistir y rezaría postrado hacia la Meca cada vez que fuese necesario según dicta el Corán, pero no sería un radical suicida, ni un machista, ni mucho menos, y es probable que a estas alturas estaría sumamente avergonzado de lo que hacen muchos de los que me rodean en nombre de un dios.

¡Vamos! ¡Que fui un chico promedio educado en base a la religión predominante en mi país! Lo único que se salía de toda probabilidad estadística era mi cardiopatía congénita, y esa colaboró aún más a mi acercamiento a la religión.

Así es, nací con un padecimiento llamado Tetralogía de Fallot, no era el primero de los hijos de mis padres en nacer con esa enfermedad, previamente había cobrado la vida de mi hermana Paloma, y si bien ahora es habitual oír de su corrección quirúrgica, cuando yo nací todo era aún experimental. De hecho participé en forma pasiva (¿o sería el más activo de los participantes?) de un protocolo de estudio al respecto, así es, ya a los 3 años de edad andaba en esto de la investigación y la Medicina Basada en la Evidencia, a los 3 años sería el tercer niño en el mundo en ser operado bajo una nueva técnica, casi exactamente la misma que ahora se utiliza. Tras de mí, dos hermanos más nacieron enfermos, uno de ellos falleció y otro sanó “como de milagro”, hoy en base a lo estudiado por mí creo más que en el caso de mi hermano la estenosis pulmonar no era tan grave que como se ha visto en otros casos la comunicación interventricular cerró espontáneamente.

De cualquier modo hay una explicación para tener fe: cuando el mundo conocido parece ya no tener soluciones a nuestro problema, lo único de lo que podemos agarrarnos es de aquello mágico, de soluciones milagrosas, y es que la esperanza antes de morir intentará dar patadas de ahogado ante todo. Y cuando sucede el aparente milagro, aunque científicamente tendrá explicación, pudiera ser inmediata o encontrarse en el futuro y aunque rarísima, nos resulta aún más sencillo pensar en el acto divino.

Así pues, siendo un sobreviviente aún me resultó más sencillo acercarme a una religión, y como hemos visto las probabilidades de que este fuera el católico eran muy altas, y bueno ya sabemos que las Matemáticas no fallan, ahí estaba yo, un niño católico ferviente.

De niño disfrutaba oír las historias de la Biblia en su versión light e infantil (si uno lee luego los mismos capítulos y otros que suelen brincarse en el catecismo, son verdaderas historias de terror, machismo, racismo y un largo etcétera).

El Papa Juan Pablo II y su papel en mi creciente fe

Le ahorraré a los curiosos el hecho de hacer cuentas y les diré que nací en 1979, a menos de un año de que el Papa Juan Pablo II tomara el poder de la Iglesia y a tan sólo unos meses de su primera visita a México. De hecho a mi madre le tocó verlo muy de cerca ya que la conferencia con el gremio de periodistas se hizo en el Colegio “La Florida” donde ella impartía clases. Así que mis primeros 26 años los viví viendo a Karol Wojtyla en el Vaticano.

Era un hombre al que admiraba y es que debemos de aceptar, inclusive los que en aquel entonces no ya no tenían fe, que era un hombre con don de palabra, capaz de convencer a las masas y siendo honestos lo logró en muchos aspectos.

El Papa Juan Pablo II y el Cardenal Norberto Rivera en la visita papal a México en 1999
El Papa Juan Pablo II y el Cardenal Norberto Rivera en la visita papal a México en 1999

Quizás desde el inicio no era del agrado de todos, pero nadie puede negar la influencia de Juan Pablo II en varios ámbitos, principalmente en el campo político, incluso antes de alcanzar el papado, su participación en la caída del Muro de Berlin, las negociaciones entorno a la Guerra Fría, es más, su presencia en La Habana, etc. marcaron hitos en la historia.

Desde el punto de vista religioso, logró hacer que cabezas de distintas religiones se hablaran, y era citado inclusive por anglicanos, judíos, etc., aunque más adelante viene lo ilógico al respecto de este promulgado ecumenismo. No se puede negar su capacidad de liderazgo. Al hablar con los jóvenes era especialmente exitoso, sus grandes Jornadas por la Juventud lograban reunir a millones de adolescentes entorno a él. A una edad en la que se es sumamente susceptible a seguir cualquier imagen pública, alguien como el Papa resulta muy atractivo, no sólo para los púberes, sino para sus padres.

Su segunda visita se dio cuando tenía 10 años, y la última a mis 21 años, aunque he de decir que esta, no sé si por mi carga de trabajo en la universidad o por qué ya no generó tanta expectativa en mí, aún así fue ese período en el que uno es más susceptible al estímulo de líderes externos, y justo a mis 18 visitaba Cuba, así que tenía que ir, reuní mis ahorros y tomé un vuelo de Cubana de Aviación, mientras rezaba para que el avión no se cayera y revisaba las suelas de mis botas para asegurarme que a la hora de frenar tuvieran suficiente agarre. Ese es un viaje para recordar por varios motivos, ciertamente uno es el hecho histórico de un líder religioso y en particular un Papa conocido por su vertiente anticomunista visitaba la Cuba, en aquel entonces aún la Cuba de Fidel, por otro lado conocí a mucha gente entrañable en la Isla y tuve la oportunidad de visitar lugares que normalmente no conocen los turistas, incluso entrar a casas, beber y comer lo que bebe y come la gente de Cuba, no lo que uno se encuentra en el Malecón… pero vamos que estoy, como de costumbre, desvariando un poco.

Un año después el Papa visitaría México, me encontraba con tal euforia que inmediatamente me anoté entre los voluntarios para trabajar en su visita, nos hacían asistir a pláticas semanales a las cuales no faltaba ni un sólo día, participaba de todo, para que de pronto un día, de buenas a primeras me enterara que quedaba fuera del equipo, el motivo: amigos y familiares de los Gutiérrez Cortina (Grupo GUTSA) y otros allegados al Cardenal Norberto Rivera participarían, aunque poco o nada habían asistido a las pláticas y preparaciones. Pero nada, “que esto no es culpa del Papa, que la Iglesia es humana en ella se ve la corrupción y bueno de Norberto no podemos esperar más, pero Juan Pablo II nada tiene que ver en ello”, pensaba yo. Un par de días antes de la llegada recibo una llamada, no sé como, ni por qué, pero necesitan voluntarios en la Nunciatura y como yo y mi hermana hemos quedado volando, pues que ¿si queremos participar? “¡QUÉ ESTO ES UN MILAGRO! ¡Ya lo sabía yo, dios no me podía fallar!” Y ahí me tienen trabajando durante una semana en la Nunciatura, día y noche y fallando en la escuela, pero sería una experiencia que nunca olvidaría y he de confesar que aunque mi fe se haya esfumado es una experiencia única, que en un inicio parecía hinchar mi credo y luego, al hacer un análisis más profundo o pensando más fríamente, me ha hecho notar lo que ya veía pero no quería notar.

El comienzo del Armagedón

Como les comentaba participé de cientos (y no exagero) de actividades de jóvenes católicos. Las principales tal vez, pastorales, peregrinaciones al corazón del catolicismo mexicano, el Cerro del Cubilete, en pleno Bajío Mexicano, centro neurálgico junto con los Altos de Jalisco de la Guerra Cristera y que desde mi perspectiva en aquel entonces era la mayor atrocidad que el gobierno podría haber hecho contra cualquier religión (ahora veo las dos caras de la moneda y ambas me dan nausea) y las misiones en la Huasteca Hidalguense, de estás últimas agradezco muchas cosas, me dieron un panorama más amplio y formarían parte de quien soy hoy, incluso alimentaron mi arsenal anti-religioso y a las que agradezco haber ido, pero bueno en aquél entonces iba como un joven católico convencido de que transmitir la enseñanza de Jesucristo o en la que yo creía era, sería para quienes la recibían el mejor regalo que yo podría darles.

¿Pero por qué estas misiones se transformaron en una parte de mi anti-religión?

Durante la preparación de las mismas fui testigo y no puedo decir que no me di cuenta, simplemente no le di importancia, a muchos comentarios de segregación, varios de los que asistían iban como “salvadores del mundo”, “poseedores de la verdad absoluta” y los indígenas de la zona los recibían como tales, de hecho yo fui recibido así, en mi caso en muchas ocasiones me sentía culpable, no me creía más que ellos, por el contrario me sentía en deuda, pues tenía oportunidades que ellos no habían recibido, pero volteaba a ver a mis compañeros y les veía una actitud de superioridad, se sentían reyes, transmitían “su verdad como única”, lo peor era oírlos hablar de quienes acudían de otras religiones a hacer lo mismo, no sé si no eran conscientes, pero muchas veces sus comentarios eran inclusive insurgentes, arengaban al pueblo, años después veía en las noticias como se mataban entre hermanos por diferencias de religión (el colmo es que tienen el mismo principio cristiano), y recordaba las misiones en Tlanchinol, y recé en aquel entonces a dios, y ahora sólo guardo la esperanza, de que lo que aquellos jóvenes hicieron (o hicimos más bien), no ocasionara casos como aquellos.

Me confieso ignorante en cuestiones de política, he intentado cientos de veces entender las diferentes ramas de la denominada izquierda, también a qué le llaman liberalismo, neoliberalismo, etc. Es precisamente por ello que no tengo un partido político como tal y no quiero tenerlo, me parece que será la misma mula que el tomar una religión. Pero yo veía, al menos desde mi punto de vista, que la Iglesia buscaba la igualdad entre hermanos, eso era lo que yo entendía de la Biblia y lo que a muchos de los sacerdotes, monjas y religiosos que conocía les oía decir. Pero entre los líderes de los grupos donde me desenvolvía existía otra vertiente, decían exactamente lo mismo pero despotricaban contra sacerdotes como el en aquel entonces Obispo de Chiapas Samuel Ruiz y otros a quienes se les relacionara con la denominada Teología de la Liberación, la rama de “izquierdas” de la Iglesia, contra la que el mismo Juan Pablo II había tomado postura retirando del cargo sacerdotal a diversos curas que se “afiliaron” al movimiento que como eje central tenía a los pobres, esos mismos pobres a los cuales supuestamente querían ayudar los líderes de las misiones a las que íbamos.

Aun recuerdo que cuestioné a más de uno, se limitaban a repetir como en el vacío las palabras comunista, socialista, el Papa no lo ve bien, y recordaban la escena en que Juan Pablo II se negaba a saludar al padre Ernesto Cardenal en 1983 durante su visita a Nicaragua, si bien ya habían nacido en aquel entonces, era una lección que habían aprendido de sus padres, no digo sus nombres, no me interesa polemizar, pero puedo mencionar que son parte de aquellos que todos conocemos como la extrema derecha mexicana. En resumen no podían darme un argumento real, simplemente repetían lo que habían oído en casa, me pregunto que dirán ahora que el Papa Francisco ha retirado los castigos que impuso su antecesor, ha visitado las tumbas de diversos mártires de la Teología de la Liberación y recientemente llevó una ofrenda a la tumba de Samuel Ruiz. De hecho en más de una ocasión los mensajes de Juan Pablo II eran contradictorios, pero siempre fue claro que las declaraciones más conservadoras provenían de quien era su mano derecha en cuestiones de Dogma de Fe, el Arzobispo Ratzinger prefecto de la Congregación para la Doctrina y la Fe, quien sería después el Papa Benedicto XVI.

Retiraron del cargo a decenas de sacerdotes (o quizás más) por tener preferencias hacia los pobres, quizás con tendencias de izquierda, es posible, con una carga más ecuménica tratando de unirse a otras vertientes del cristianismo, unificando el poder evangelizador y de una vez, trabajando por los pobres. Si habían podido hacer esto con los suyos tan sólo por una ideología ¿por qué no hacerlo ante actos más atroces?

La “contaminación” del mundo exterior

Terminaba mi carrera y primero me iría a prestar mi servicio social, para después regresar y en el 2006 salir definitivamente de casa de mis padres y venirme a vivir solo. Muchos imaginarán que fui contaminado por ideas de los que me rodeaban, pero en realidad creo fue el hecho de que en la soledad se cocieron las alubias.

Durante mi Servicio Social visitaba frecuentemente el pueblo que vio nacer a Norberto Rivera y donde vería como podía derrocharse cantidades insospechadas de dinero en hacerle su bienvenida (aún más grande que la de un Papa), como tiraban a la basura literalmente cientos de miles de pesos en una escultura “porque quedó fea” y la repitieron, únicamente para darle gusto al “Hijo Predilecto de la Purísima”. (Honestamente quedó igual de fea, y es ¿qué iba a hacer el escultor con tremendo “original”?). Ver como los curas se llevaban limosnas en cientos de dólares y no se reinvertían en el pueblo sin o en el Cardenal de otra Diócesis, sólo porque ahí nació, mientras tanto, frente al templo vivían familias que necesitaban apoyo y eran segregadas por “mujerzuelas”, etc. Fui testigo de curas que vivían del pueblo, pero no para el pueblo.

Distribución de católicos en México
Distribución de católicos los diferentes Estados de la República Mexicana. Aguascalientes ocupa el segundo lugar en la densidad de católicos, precedido por Guanajuato.

Pero aunque en aquel entonces ya había leído muchas cosas que me hacían dudar respecto a la autoridad que representaba el clero, en particular los “Príncipes” de la Iglesia, mi fe se resistía a morir.

En el 2008 llegué a Aguascalientes, que según el INEGI en su reporte “Panorama de las religiones” 2010, es el segundo estado con mayor porcentaje de católicos en el país, sólo atrás de Guanajuato. Únicamente llegar aquí empecé a tener roña respecto a la fe. Recuerdo entrar con mi madre y mi hermana a una misa, el cura empezó a hablar sobre como se vestían las mujeres, y que era su culpa el pecado al despertar los malos pensamientos, aquellas mujeres que iban con las piernas y los brazos descubiertos. Mi madre y mi hermana llevaban un par de vestidos de tirantes, no faltó quien volteara a ver, y si conocen a mi madre saben que no iba vulgar ¡y aunque lo fuera que chingue a su madre el cura! ¡Maldito machista pendejo!

Si bien habían pasado ya 7 años de que el Boston Globe publicara el famoso artículo sobre la pederastia en aquella ciudad y en general en todos los Estados Unidos de la mano de sacerdotes católicos, y que a la postre daría origen a la película que mencionaba al principio, esta forma retrógrada, machista y todopoderosa hizo que lo buscara y empezara a leer más al respecto.

Empecé a alejarme de las iglesias, siempre que entraba oía sermones mojigatos y me rodeaba de mucha gente que veía darse golpes de pecho dentro del templo y al salir veía con desprecio a su vecino, pisaría al que fuera por salir adelante, ve a la mujer como poca cosa o sí es mujer se siente poca cosa, critica el actuar de los de a lado pero es un promiscuo de primera categoría, etc. Cosas que solemos ver como “normal” y que cuando tu fe aun no es minada, quieres pensar que es de los otros, pero no es así.

Spotlight
Spotlight (Primera Plana) 2015. Esta película narra el proceso de investigación que llevó el equipo del Boston Globe antes de publicar una serie de artículos sobre la pederastia en Boston por parte de sacerdotes católicos.

Cuando llegué a Aguascalientes, sentí que el mundo que me rodeaba era de una doble moral absoluta, 11 meses de puritanismo hipócrita y un mes de perdición en una feria, eso sí, “en Nombre de un Santo”. Me juzgué a mi mismo y me dí cuenta que si bien nunca me consideré machista, veía normal que en la Iglesia Católica (y en muchas otras religiones) la mujer no pudiese aspirar a nada, si acaso a ser “religiosa”, busqué en toda la Biblia y no encontré nunca nada donde “dios dijera» que la mujer no podía ser sacerdote, pero bueno, lo que sí es que la Biblia es el libro más machista que he leído. Jamás he pasado por encima de nadie, pero sí he criticado que otros hagan los que yo hago; pensaba que no era más que nadie y ayudaba los demás, pero me encontraba con que esperaba el premio de alguien más, un ser supuestamente superior que me premiaría al final de la vida.

Cuando la Ciencia me «curó»

Siempre fui curioso y mis padres afortunadamente no frustraron esa curiosidad ordenándome callar cuando viví mi “época de los ¿por qué?”, por el contrario, procuraron motivar mi espíritu por averiguar más, y en la época en que aún internet era un sueño futurista me compraban libros de ciencia, mi casa estaba llena de enciclopedias infantiles que leía con ahínco, motivado por mi padre que con sus pláticas me hacía querer aprender siempre más, soñaba con algún día saber tanto como él.

Fue así que de pronto tuve internet, y aunque si me agradan las redes sociales, particularmente Twitter más que el chismografo de Facebook que abandoné hace unos tres años, encontré en el despacho de casa de mis padres el paraíso.

Aprendí en forma autodidacta a manejar la computadora, el código html y monté mi primera página, siempre entorno a la Medicina y la Ciencia, en aquel entonces era solamente un directorio de diversos sitios fascinantes que iba descubriendo en mis búsquedas con Altavista, Yahoo, etc. Luego empezó el lenguaje PHP, etc. y aunque no lo domino, monté un portal que luego sería un blog, Medtropoli.net.

A través de Internet y motivado por hacer crecer Medtropoli.net, conocí con ICQ (estoy hablando en chino para muchos), Messenger, y luego ya Facebook, Twitter, etc. a mucha gente interesante a lo largo del planeta. Se me abría un mundo de posibilidades, de pensamientos y formas de ver la vida y sobre todo aprendía y aprendía más.

Con Internet accedía a la información que quería, aprendí poco a poco a depurar información y ¡es que miren que se produce basura! Esto es un arma de doble filo, porque la gente toma lo que encuentra en la red como verdad absoluta, pero lo quiere todo light y digerido, por lo que toma como verdad es lo que sale al primer vistazo en Google, con una pregunta mal planteada, y por lo general, lo primero que sale es mentira: pseudociencia, religión, política, etc.

Fue así, como el ir descubriendo las explicaciones que la Ciencia de verdad, con un método corroborable, explicaba todo aquello que la religión decía era obra de dios y que con eso bastaba. Es más mi capacidad de asombro volvía a aparecer, pues a veces, el decir “dios lo hizo” le mataba todo el chiste, ese ser todo lo puede, ¡bah! Pasa lo mismo que cuando ves Rocky IX, ya te la sabes, ¡él gana! Es cierto aun no lo sabemos todo, aún hay muchas preguntas, y contestamos unas y salen otras, eso es lo padre de la Ciencia y no conformarse con que un ser mágico lo hizo (la Biblia no sólo es el libro más machista que he leído, es el primer libro de ciencia ficción de la historia).

Como comentaba antes, gracias a la red conocí gente con formas de pensar muy distintas a la que yo tenía antes, y es que ya les dije, nací católico porque en mi país la mayoría es católico y cuando fui parido, lo era aún más. Gente de diferentes partes del mundo y del país, con diferentes ideologías políticas, religiosas, sexuales, etc., pero me dí cuenta de algo, eso no importaba cuando compartíamos conocimientos, la Ciencia nos unificaba, porque tiene un lenguaje común en todo el mundo, siempre lleva una metodología (cuando realmente es Ciencia), no hay variantes, ni conveniencias, lejos de lo que se piensa la Ciencia no es egoísta, el investigador publicará su conocimiento para el uso de todos, no venderá sus “cursos” para condicionar a que otros lo hagan (por eso cada vez más protestan por la venta de los artículos, cuando no es el generador del mismo quien percibe la ganancia y cada vez más editoriales sacan revistas gratuitas).

Marcial Maciel y Juan Pablo II
Sin palabras… Siempre cercano a Juan Pablo II el padre Marcial Maciel recibe la bendición.

Y fue en internet, investigando, platicando, que llegué al artículo del Boston Globe y luego, en el 2005 leía y seguía las noticias del caso Maciel en México, fue este el caso que le dio el tiro de gracia a mi fe.

Todavía aquí, si bien tenía dudas y me encontraba alejado del clero, aún me podía llamar católico, no de clóset, pero si de los que ya no van a la Iglesia. Esto generaba un sentimiento de culpa en mí, ¿cómo podía creer en dios pero no en la Iglesia? ¿cómo decirme católico sino creía en su jerarquía? Pero me autojustificaba pensando que si bien había descubierto porquería en diversas esferas de la Iglesia, el Papa no estaría enterado, sin lugar a dudas se lo habían ocultado, no podía saberlo. Es cierto, lo había leído, pero me resistía a creerlo, Karol Wojtyla lo sabía.

De pronto ya no pude más, en el 2010, con los nuevos escándalos entorno al fundador de los Legionarios de Cristo la cloaca se había destapado, ya no podía seguir tapando el Sol con un dedo, era hora de aceptarlo, el Papa Juan Pablo II sabía todo, y lo había encubierto. Aquel hombre a quién le había impuesto la investidura de superhéroe, de santo, era tan culpable como el padre Maciel, el padre John J. Geoghan, o los Cardenales Norberto Rivera o Bernard F. Law (ambos nombrados Cardenales por Juan Pablo II el primero en 1998, el segundo en 1985).

Y el Papa me roba la fe…

Dice el refrán, y esos sí que no se equivocan, que tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata, y aquí sí que estaba pecando el Papa Juan Pablo II: no sólo no opinó, sino que premiaba a Law nombrándole Arzobispo Emérito de Boston ¿qué se tiene de emérito? y para protegerlo tras el escándalo lo nombró Arcipreste de una de las cuatro Basílicas Mayores (Santa María la Mayor), poco faltaba para ofrecerle San Pedro.

Fue así, cuando Juan Pablo II cayó del pedestal en que lo tenía, el momento en que mi fe terminó de esfumarse, ¿cómo podía creer en todo lo que la Iglesia me había enseñado si no creía en la Iglesia? ¿Qué me asegura que lo que me han dicho es verdad si han sido capaces de ocultar y posteriormente negar lo que a todas luces era un hecho ineludible? Si eran capaces de mentir ante algo así, en donde las evidencias eran tangibles, visibles, irrefutables ¿cómo creer que lo que dicen sobre un ser que no se ve sea cierto? Cuando su única evidencia es un libro milenario, escrito por quién sabe cuanta gente, traducido a conveniencia por quién sabe quien (sabemos que uno de sus “grandes” traductores fue “San” Jerónimo, un machista renombrado) e interpretado a conveniencia de unos cuantos.

Cardenal Bernard Law
Una vale más que mil palabras. En esta fotografía del Boston Globe el Cardenal Bernard Law señalado como quien encubrió cientos de casos de pederastia, particularmente en manos de su amigo John J. Geoghan,

¿Cómo seguir creyendo en algo basado en una mentira? Tardé mucho en convencerme, en entenderlo, mi fe era real, sincera, basada en lo que mis padres me habían transmitido y pensar de esa manera, incluso escribirlo hoy, se siente como una traición hacia ellos.

No puedo decir que ahora sea más tolerante con otras formas de pensar que antes, la verdad es que no. Me cuesta mucho trabajo dejar pasar que se le ve la cara a la gente, creo que muestra de ello son mis continuos artículos denunciando pseudociencias (¡vienen más, esperenlos muy pronto, con trabajo de campo incluido!), a políticos e incluso religiosos. Muestra de mi intolerancia es esta misma carta/manifiesto/confesión. Pero también es cierto que sé respetar, es algo que mis papás y maestros (algunos religiosos por cierto), me inculcaron. Sé que puedo trabajar con alguien que cree o defiende algo distinto a mí, ya sea dios, político, equipo de futbol, universidad, etc. y he tenido éxito con ello, siempre y cuando dicha creencia no afecte el bienestar común, la salud de otros (incluido el individuo en cuestión), etc.

No creo pecar por no creer, pues no creo que algo me juzgue por no hacerlo. Si me preguntan si soy ateo, yo creo que soy más bien agnóstico, basado en que no puedo asegurar que dios exista, pero ante la falta de evidencia del mismo no puedo aceptar su existencia aún, y creo que esa filosofía es aún más científica que el ateísmo puro, aún así, reitero, respeto cualquier postura.

El hecho de no creer en un dios o profesar una religión no hace a un individuo ni malo, ni falto de sentido. Y en mi caso no creo hacerle el mal a nadie, al menos si lo he hecho no ha sido con dolo y en mi vida sigo teniendo un sentido, ayudar a los demás, y es que el hacerlo no tiene nada de exclusivo con un hecho religioso, no se necesita creer en un ser superior y mucho menos pertenecer a un grupo en particular para hacer el bien.

Tampoco pienso que todo aquel que profese una fe es un hombre malo, simplemente cree en algo que yo no.

Algo que parece que no entiende la Iglesia y particularmente algunos de sus miembros más extremos, es que la libertad no es igual a libertinaje, es más, este se aparece con más frecuencia cuanto más “cerrado” se es, ahí está el síndrome descrito para los sacerdotes pederastas por A.W. Richard Sipe.

Ya sé que si alguno de mis amigos (aun considero a muchos como tales) de mi juventud leen estas líneas podrían sufrir un infarto, pero antes me dirían que recuerde que la Iglesia es una “institución humana” y como tal comete errores, que nadie está a salvo, tampoco Juan Pablo II, ni Benedicto XVI ni el mismo Francisco, y es cierto, es una institución humana y todas cometen errores, pero como institución, debería estar sometida al análisis de la ley, sujeta a los juicios, etc. Y así como se pide se juzgue a otras como son la farmacéutica, las tabacaleras, las de la pornografía (y sus nexos con la pornografía infantil), etc. la Iglesia debería ser también juzgada y no protegida tras el veto de “credo”. Igual que existe la Iglesia Maradonista podría existir la Iglesia de Ron Jeremy y defender a los pederastas y la pornografía infantil, cierto es que probablemente no tuvieran el mismo éxito pues sus partidarios no serían tantos como católicos hay y por lo tanto su poder político y económico no sería tan importante. Porque seamos francos, eso es lo que ha detenido todo y lo sabemos.

Por otro lado y en honor a la verdad, la Iglesia Católica suele ser la favorita de los críticos y el referente cuando se habla de religión y las atrocidades realizadas en nombre de un dios (aunque ya quieren competir en ello los musulmanes), pero no hay ninguna religión que no lo sea, simplemente la misma ventaja que le permite pasar impune, la hace blanco fácil de todos, su tamaño e importancia. Si he aprendido algo es que las mismas artimañas que usan los que te venden homeopatía la usan quienes te invitan a una secta. Los judíos ahora saben venderse como las víctimas cuando por años sabemos que han sido también una institución discriminante con otros, etc., los musulmanes ahora vistos como los malos fueron víctimas de los judíos y hasta sus esclavos, y la historia se repite en todas partes. Budistas, hinduistas, taoístas, etc. sabemos que manejan sistemas de castas, etc. Todas las religiones por lo general son machistas. Ninguna pregona la violencia y sin embargo todas han aplicado la aquello de que la letra con sangre entra, y han impuesto su fe en base a la violencia.

No puedo rechazar a alguien por su credo, no pienso que por ello sea alguien malo, no puedo pedirle que no le rece a un dios cuando se encuentra enfermo y sé que si se salva su figura divina será la causa y si algo sale mal seré yo el culpable, eso siempre me quedó claro, recuerdo el adorno que mi padre tenía a la entrada de mi casa “Si se salvó fue la Virgen, si se murió fue el doctor”.

Papa Francisco
Papa Francisco

¿Qué pienso del Papa Francisco? Pues bien creo que es admirable mucho de lo que hace, pero al igual que sus predecesores y de quienes vengan tras de él, no dejará de ser un ser humano, con defectos al igual que yo, sin ningún poder divino, escogido por los hombres, no por un dios, sujeto a cometer errores (y los ha cometido), con derecho a tener opiniones propias (el problema es que los Papas sus opiniones se vuelven Dogmas). Juan Pablo II tuvo aciertos, sería aberrante negarlos como aberrante es negar que no tuvo grandes errores, Benedicto XVI también, Francisco igual. En resumen seres humanos que visten de blanco y son foco de atracción para notas, cámaras fotográficas, oídos, y noticias por el gran poder que tienen, ojalá sepan usarlo para el bien de todos.

De su visita a México no hablaré mucho, creo que pudo decir más, que debió deslindarse del teatro que hicieron nuestros políticos y claro que se dio cuenta, sobre todo si su postura contra ese tipo de actos es real. Que tampoco podía recibir a los 43, a los familiares de Juárez y a todo aquel que considere su causa como la más importante, porque realmente son importantes, pero si recibe a uno y no a otros estaría dando un mensaje contrario, creo que en cambio dio un mensaje general, lo cual iba bien, pero conociendo a nuestros políticos actuales, de oídos sordos y mentes pendejas, debió haber sido más tajante y explícito.

De las amigas de Juan Pablo II,  no lo consideraría impropio, y ya como agnóstico tampoco que tuviera pareja sentimental/sexual, para mí lo antinatural es el celibato que insisten en defender, él el primero.

Así como yo respeto a todo mundo y sus credos, esperaría se me respetara a mí y mi no credo, ese que me enseñó un Papa, el Papa que me robó la fe. (Esto lo veo aún más complicado, así que espero sus insultos en la sección de comentarios, en caso de que su ojos no se hayan quemado y llegaron a leer hasta aquí, ¡gracias!).

NOTA AL MARGEN: Debo aclarar que cuando hablo de la Iglesia hablo de una institución y generalizo entre los miembros de la misma, no hablo de particulares, pues también es cierto que conozco seglares, sacerdotes y religiosas que merecen todo mi respeto y admiración por sus actos humanitarios, muchos de ellos luchan contra la misma institución (véanse los casos antes mencionados).

*Aún por respeto a lo que representó por mí y por tratarse de una institución escribo Iglesia con mayúsculas, como lo haría con un equipo de futbol o un partido político, tres cosas carentes de fondo pero que se escriben con mayúscula.