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COVID-19. Pandemia de egoísmo.

Lo que vivimos es una pandemia de egoísmo. Se mire por donde se mire, la COVID-19, más allá de las complicaciones pulmonares, etc., trae consigo efectos económicos, políticos y sociales. Pero ante todo, aflora el egocentrismo.

Entiendo, y en cierto modo apoyo, a quienes protestan contra nuevas cuarentenas estrictas. Muchos de los servicios “no esenciales” son la fuente de ingreso para millones de familias.

Pero entonces deberían volverse estrictas las medidas de sana distancia, higiene, aforos, etc. Pero no se hace eso, mucho menos pruebas generalizadas, seguimiento de contactos, etc., lo que representaría la solución contra cuarentenas masivas.

Lamentablemente somos dados al todo o nada. La situación actual no da para ello.

Y muchos sólo vemos la situación exagerada mientras no nos afecte. Ya sea los que quieren se cierre todo pero su economía se afecta menos que la de un mesero, un albañil, el músico, el mismo restaurantero o el comerciante.

O aquellos que dicen que no mueren tantos y se exagera; mientras no le toque a alguno de su familia, por COVID-19 o por otra enfermedad, pero que no encuentran lugar por la saturación hospitalaria.

También me resulta curioso aquellos que su discurso contra las cuarentenas es que la gente necesita divertirse y distraerse (cierto); pero a la vez critican los videos donde personal de salud, en sus momentos se descanso, se divierten y distraen.

Pandemia de egoísmo e ignorancia

Contrario a los sismos, el SARS-CoV-2 exacerbó nuestra verdadera identidad, despertó la pandemia de egoísmo, ese sentimiento/instinto que vive dentro de cada uno. ¿Mera supervivencia? Lo dudo.

Si en algo no erró la OMS al principio de la pandemia es que vendría acompañada de desinformación, lo que llamaron INFONDEMIA.

La desinformación proveniente de los organismos oficiales se combina con las ideas provenientes de la idiosincrasia, bien o mal intencionadas, de los usuarios (famosos o no) y el caldo está listo.